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  • Foto del escritorimeon

Leyenda: "Los susurros de Salem"


Trabajo realizado por:


Noemi Marcinnò (Imeon)

Aicha Azzaretto (NegritaLinda)

Ambra Maria Franchino (Eurus)

Asia Scribano (HuracánAsia)


***


Es el 31 de octubre. Me despierto aterrorizado en medio de la noche por una terrible pesadilla de la que ahora no me acuerdo nada y asustado enciendo la vela cerca de mi cama. De repente, un cuadro llama mi atención: en él, figuran tres jóvenes mujeres que representan a las tres diosas: Mene, Hécate y Selene. Sus rostros son tan realistas y profundos que parece que me miran de manera vengativa y vuelve a mi mente la leyenda que me contó mi abuela hace un tiempo.


***


Se cuenta que hace siglos, en Salem, tres hermanas gemelas nacidas con un lunar en forma de luna sobre el hombro, volvieron a su pueblo natal después de dieciséis años para descubrir sus orígenes. El día de su llegada, la ciudad les dio la bienvenida de la forma más brutal posible: a las puertas colgaban los cuerpos desnudos de tres mujeres ejecutadas, que eran mutilados y llenos de sangre que brotaba tanto del bajo vientre como de la boca, la cual les había sido cosida con un hilo negro. Los globos oculares parecían caerse de la fisuras de sus ojos desorbitados, los miembros habían sido masacrados, de hecho algunos dedos fueron cortados y les faltaban las uñas de las manos, mientras que los pies estaban siendo devorados por los perros. Las tres chicas se abrieron camino entre los cuerpos pendientes como hojas sobre los árboles y llegaron al centro de la ciudad donde las esperaban en la puerta de una casa sus dos tías. La casa tenía un aspecto particular: los muebles eran de madera negra, en las paredes se encontraban cabezas de diferentes animales que se alternaban con enormes espejos adornados con piedras preciosas de cualquier color, forma y tamaño y, para concluir el macabro espectáculo, desde el balcón se veía la plaza de la ciudad desde el cual se podía asistir a las ejecuciones que se desarrollaban durante todo el día. Las cinco mujeres se sentaron en círculo y, en aquel momento, una de las tías tomó la palabra. - Sabemos por qué habéis llegado a Salem, pero creemos que sería mejor que volvierais atrás, esta ciudad esconde secretos que nunca deberías saber. - Pero tía, nosotras hemos vuelto porque sentíamos la necesidad de conocer el lugar de donde procedemos y sobre todo, queremos saber la verdad sobre nuestra madre. -respondió una de las tres hermanas. - Magda, si es esto lo que quieren, no podemos más que complacerlas. - dijo la tía Dorotea dirigiéndose a su hermana. - Pero sepan que no podremos protegerlas, como tampoco pudimos hacerlo con vuestra madre. - Ella era una buena mujer y una buena madre, pero fue acusada de ser una bruja y fue ejecutada injustamente, las acusaciones eran falsas, pero nadie aquí puede ponerse en contra de los puritanos o hablar, porque un simple acto de rebelión es visto como la palabra del diablo en persona. Por eso, la única cosa que hicimos, fue llevarla a un lugar seguro, lejos de este maldito lugar. - concluyó la tía Magda.


***


Durante las primeras noches, las chicas empezaron a soñar con pesadillas de las que se despertaban sudorosas o con ataques de pánico, pero pensaban en que todo esto se debía a todo lo que estaban viviendo en los últimos días. Pero, de repente empezaron a tener visiones: veían espíritus a sus espaldas y también veían las almas que asistían a sus ejecuciones después de haber dejado sus cuerpos. Oían susurros, tanto durante el día como durante la noche, que a menudo les sugerían cosas terribles, como incendiar toda la ciudad y acabar con las atrocidades de la Inquisición y algunas veces estos se convertían en gritos que las asustaban. Ellas notaron que cada pesadilla, cada espíritu que les hablaba y cada voz que oían, tenía algo en común entre ellos: todos les hablaban de un libro que llamaban El libro de las sombras y que parecía guardar todos los secretos del mundo de los espíritus. Las chicas estaban tan asustadas y cansadas que empezaron a tener alucinaciones. Cuando almorzaban con sus tías, cuando caminaban por la calle, cuando estaban en la plaza para ver las ejecuciones o en la iglesia para escuchar la misa del domingo, ellas notaban que de repente, todos se giraban hacia ellas, las miraban y les gritaban cosas como “No podéis huir de esta ciudad. Todos vivirán en Salem” o “El libro os está buscando, os está esperando.” Ellas no fueron las únicas en darse cuenta de sus alucinaciones, porque el cambio repentino de su comportamiento atrajo la atención de la ciudad que empezó a sospechar. Nadie quería hablar, vender o incluso compartir el banco de la iglesia con ellas. Todo esto, por desgracia, provocó la ira del pueblo cuando llegó la peste a Salem. Trajo con ella nada más que muerte, destrucción y odio. Cientos de personas empezaron a enfermarse: los que habían sido besados por la muerte, ahora eran arrastrados de su casa a la fosa común, donde eran tirados como carne de cañón junto con otras cientos de almas inocentes y luego quemados. Muchas veces la misma suerte les tocó a los que luchaban entre la vida y la muerte, porque ya estaban infectados, llenos de pústulas de sangre, mientras que los perros les devoraban sus pieles, sus huesos y sus almas. Ya estaban muertos, porque su destino estaba marcado. Ningún memorial, ninguna oración, ninguna piedad los acompañó a sus tumbas. Las tres chicas, que se habían quedado en casa luchando contra las visiones y las voces de los espíritus durante meses, no se enfermaron. La muerte, por alguna extraña razón, decidió dejar que siguieran viviendo a la espera de su destino.


***


La ciudad las acusó de ser la causa de aquella terrible matanza y la noche del 31 de octubre, ellas se despertaron en medio de la noche entre los gritos, las antorchas y las horcas de los ciudadanos que se habían reunido bajo su casa y desde el balcón del salón de té se podía observar la hoguera que habían preparado para ellas. La sentencia era la misma que tocó a su madre: brujería. Aquella noche las chicas lograron escapar gracias a la ayuda de los espíritus de todas las pobres almas que habían sido condenadas en los últimos años y las llevaron al frío y sombrío bosque que se extendía detrás de la ciudad. Las almas se pararon frente a un enorme roble secular que era de color marrón muy oscuro y tenía las ramas tan largas y pesadas que tocaban tierra hasta confundirse con las grandes raíces que brotaban del suelo. A sus pies, las chicas encontraron un libro, pero al tocarlo, algo salió de sus corazones… era como si sus almas hubieran salido de su cuerpo y luego habían vuelto, pero más fuertes que antes y sobre todo diferente. Desafortunadamente, en el momento en que las almas de las chicas abandonaron sus cuerpos, los ciudadanos las encontraron y las arrastraron hasta el patíbulo, donde fueron atadas a un poste que se encontraba en la parte superior de un cúmulo de madera y ramas rotas de roble y cipreses. Cuando ellas se despertaron, se encontraron allí, atadas e incapaces de mover un dedo. -¡A la hoguera! ¡A la hoguera! -¡Brujas! ¡Que ardan en el infierno! -¡Que Dios no se apiade de vosotras, hijas del demonio! Eso fue lo que escucharon las jóvenes mientras veían los rostros de los ciudadanos desvanecer en un rojo sangre a causa del fuego que acababa de ser encendido. Las llamas ardieron durante horas entre los gritos de las chicas y la mirada incrédula de la ciudad: se sentía un terrible olor de piel quemada, sus cuerpos se estaban convirtiendo en cenizas… primero la piel, luego los músculos y los tendones y finalmente los huesos, hasta que no quedó nada, sino las cenizas que cubrían el libro de las chicas. De improviso las nubes altas en el cielo desvanecieron, mostrando el rostro de la nueva luna que tenía un círculo rojo alrededor, un claro presagio de desgracia. Empezó a soplar un fuerte viento, tanto que el bosque parecía gritar junto a las chicas y en cada calle y callejón de Salem se levantó un polvo que arrastró cada una de las cosas que encontraba en su camino. En un instante, el torbellino de viento se desató y después se disolvió en un único soplo muy poderoso que aterrizó a todos los ciudadanos. En aquel momento, la luna roja se puso blanca, purísima, su luz iluminó el libro y deslumbró la gente, que se quedó inmóvil viendo el milagro que estaba ocurriendo: las tres chicas salieron una tras otra del libro en forma de alma, espléndidas, como si fueran una sola cosa. Mene renació con el pelo rojo fuego, rizado y con los ojos verdes como las hojas. Selene renació con el pelo negro carbón, rizado y con los ojos azules como el cielo. Ecate tomó la forma de ambas y renació con el pelo rojo y negro y con un ojo verde y uno azul, símbolo de unión entre el mundo terrenal y el mundo de los espíritus. Aquella noche, la triple diosa exterminó a toda la población con la esperanza de que pudiera ser de ejemplo para todas las generaciones futuras, para que nadie más sufriera como lo habían hecho todas esas pobres almas inocentes.


***


Desde aquel día, se cuenta que cada 333 años, en Salem, nacen tres hermanas gemelas con la tarea de preservar la paz entre el mundo de los humanos y el mundo de los espíritus, pero también castigar a todos los que crean desequilibrio entre los dos mundos. No sé cuánto de eso es verdad, pero estoy seguro de que en cada leyenda hay un fondo de verdad que nadie reconocerá. Por eso, al menos por esta noche, solo voy a soplar sobre la vela que hasta hace poco había iluminado mis pensamientos y me iré a dormir, echando un vistazo al viejo cuadro que representa a mi abuela junto a sus dos hermanas vecinas que sostienen este viejo libro en la mano, con la esperanza de encontrar respuestas en mis sueños.

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