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Don Álvaro y la fuerza de... la mala suerte

¡Qué guay! Gracias al proyecto intercultura un chico de América Latina vivirá en tu casa, con tu familia y pasará mucho tiempo contigo. Describe su primer día aquí en Caltagirone.

P.D. Su nombre es… “Don Álvaro”.

* * *


Don Álvaro y la fuerza de... la mala suerte



¡Hoy es el día! Esta tarde llega un chico de América Latina que alojará en mi casa durante toda una semana, gracias al proyecto intercultura. Espero este día desde hace muchos meses y... ¡por fin ha llegado! Este chico se llama don Álvaro (¡qué nombre raro!). Ya nos conocemos porque a veces hemos hablado por mensaje o por videollamada, pero ya no puedo esperar para encontrarlo en persona y conocerlo mejor *__* .

Estoy en el coche con mi padre delante de la escuela para esperar la llegada de Álvaro. Veo aparecer el autobús desde el fondo de la calle e inmediatamente salgo corriendo del coche, con mi padre detrás. Tan pronto como Álvaro baja del autobús, lo veo buscarme entre la muchedumbre de chicos así que voy hacia él y lo saludo. Empezamos a hablar enseguida como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo...  luego mi padre nos alcanza y nos invita a subir al auto para ir a casa.


En el coche Álvaro se ha sentado en el asiento delantero y ya entre mi padre y él se ha establecido una buena relación: estamos escuchando música a tope y los dos cantan cada canción a pleno pulmón, haciéndome reír a carcajadas.

Vivo en una grande ciudad y mi casa está muy lejos de la escuela así que pasa un poco de tiempo para llegar. De repente, durante el viaje, mi padre no se siente muy bien, por lo tanto Álvaro, que tiene dieciocho años, dice que ya tiene el carné de conducir y quiere conducir en su lugar. Tan pronto como él empieza a conducir, mi padre se asusta un poco porque Álvaro conduce a alta velocidad y no hace más que moverse en zig zag de un carril a otro. De repente vemos llegar una furgoneta en el lado opuesto y gritamos a Álvaro que tenga cuidado y permanezca en el carril derecho pero, a causa de nuestros gritos, él se agita y para evitar la furgoneta nos vamos a estrellar contra una señal. El choque ha sido fuerte pero afortunadamente ninguno de nosotros se ha hecho daño. Sin embargo, veo humo salir del coche, mi padre baja para controlar y nos dice que el coche está muerto. Álvaro se siente culpable y empieza a decir que pagará todos los daños y continúa así hasta que mi padre, un poco preocupado (pero tranquilo) le dice que todo está bien y no tiene que preocuparse. Por suerte, hemos recorrido un largo camino con el coche así que podemos llegar a casa en unos minutos, incluso si tenemos que llevar todas las maletas de Álvaro.


Llegamos a casa a tiempo para el almuerzo y, tan pronto como cruzamos la puerta, mi madre se precipita inmediatamente hacia nosotros y nos hace muchisimas preguntas: “¿Dónde habéis estado? ¿Por qué habéis tardado? ¿Qué pasó?”. Nos acoge también nuestro perro, Kira, que está muy contenta. Mi padre inmediatamente comienza a hablar con mi madre y, mientras tanto, llevo a Álvaro a su habitación para que pueda descansar antes de que el almuerzo esté listo. Me dice que todavía se siente culpable por el accidente de coche y le gustaría remediar de alguna manera. Yo le digo que no es necesario, le repito que todo está bien pero él insiste y se dirige hacia la cocina porque quiere ayudar a mi madre a preparar el almuerzo. Mi madre acepta con entusiasmo pero mi padre, sintiendo nuevamente que Álvaro se ofrece para ayudar, huye a otra habitación. Yo no sé qué hacer así que vuelvo a mi habitación y espero el almuerzo.


De repente siento olor a quemado y mi madre grita. Inmediatamente me precipito a la cocina: sale humo del horno, hay platos rotos en el suelo y mi madre está tratando de detener el agua que no deja de salir del grifo. No tengo idea de cómo pudo pasar esto, pero tengo la impresión de que es nuevamente culpa de Álvaro, lo entiendo por su expresión de vergüenza, la misma que hizo después el accidente de coche. Enseguida lo tranquilizo y le digo que no se preocupe, yo sé que no lo hizo a propósito. Mi padre llega de inmediato para arreglar la situación y después todo se ha solucionado. ¡Gracias a Dios!

Ahora el almuerzo está arruinado así que Álvaro, mis padres y yo nos sentamos en el salón para estar todos juntos y hablar con Álvaro para conocerlo mejor. Él comienza a hablar y responde a todas las preguntas que mis padres hacen. En algún momento mi madre le pregunta por qué sus padres le dieron este nombre y él responde que su nombre está inspirado por la obra del Duque de Rivas donde el protagonista se llama Don Álvaro y arma líos sin quererlo. Mis padres y yo nos intercambiamos una mirada y enseguida empezamos a reír. Álvaro nos mira perplejo pero luego también él empieza a reír.

La conversación en el salón continúa cuando, en algún momento, la puerta de entrada se abre y entra mi hermano, sucio y malparado. Él saluda a Álvaro y luego nos dice que tuvo un pequeño problema con el ciclomotor y tuvo un accidente. ¡Hoy no es un buen día!

Mi hermano dice que el ciclomotor ahora está roto pero no sabe cómo arreglarlo. Mi padre quiere llamar a un mecánico pero Álvaro se levanta inmediatamente y dice que él sabe cómo arreglar un ciclomotor, por lo tanto ofrece su ayuda. Mis padres se miran asustados y quieren decirle que no pero mi hermano habla antes que ellos y, contento, lleva Álvaro con él para que arregle el ciclomotor. Pasé toda la tarde sola en mi habitación, esperando que regrese Álvaro. Espero que esta vez él no cause otro problema y logre ayudar a mi hermano. Desagraciadamente, siento cerrar la puerta con fuerza y mi hermano grita enfadado. Él viene hacia mí y me dice que Álvaro no sabía cómo arreglar un ciclomotor y terminó destruyéndolo. Después Álvaro entra en mi habitación y se acuesta en la cama con un aire muy triste. Sé que no lo hace a propósito pero él sigue armando líos y yo  no sé cómo detenerlo. Está cansado así que le digo que descanse antes de cenar.

Voy al salón a ver la televisión. De repente me encuentro en la oscuridad: la bombilla se ha quemado. No sé qué hacer porque mi padre no está en casa. No quiero hacerlo pero no me queda más remedio que llamar a Álvaro y pedirle ayuda... ¿qué podría pasar con una sola bombilla? Álvaro llega e inmediatamente se pone a trabajar para sacar la bombilla de la araña y poner una nueva. Mientras tanto Kira llega y quiere jugar... así, mientras Álvaro trabaja, yo juego con el perro. En algún momento siento Álvaro decir “oh oh” y de repente la araña cae y termina aplastando a Kira. Estoy sorprendida, no sé qué hacer o qué decir e inmendiatamente Álvaro comienza con su interminable serie de excusas. Esta vez no puedo contenerme y me enfado con Álvaro. Él va a su habitación afligido, mientras yo recupero el perro, lo cubro con una toalla y arreglo también el desastre en el salón. Después del último accidente, tanto Álvaro como yo decidimos ir a dormir si cenar. Al menos si él duerme no puede crear otros problemas. Antes de dormir pienso en todo lo que ha sucedido y me pongo triste porque hoy tenía que ser un día fantástico pero se ha convertido en un día terrible y es culpa de Álvaro. ¡Qué chico raro! Decido dormir... ¡mañana será un día mejor!


En medio de la noche me despierto por algunos ruidos y decido levantarme para controlar lo que está pasando. Los ruidos proceden de la cocina y a medida que me acerco siento un olor a quemado. Abro la puerta y veo a Álvaro que intenta apagar el pequeño fuego que se ha creado. ¡No puedo creerlo, otro problema! De repente tiene una idea: quiere abrir el grifo para apagar el fuego. Intento detenerlo recordándole que el grifo está roto pero él no me escucha, lo rompe nuevamente y el agua no deja de salir.


Llegan también mis padres, asustados por la escena. Mi padre arregla rápidamente el grifo, luego nos hace salir fuera de la casa porque el pequeño fuego ahora es un incendio. ¡Todo esto porque Álvaro quería preparar una taza de té a las tres de la mañana! Por suerte, Álvaro, toda mi familia y yo logramos salir a tiempo y nos quedamos fuera esperando a los bomberos mientras las llamas devoran mi casa.


Por la mañana mi familia y yo no sabemos qué hacer, nuestra casa está completamente destruída, por lo tanto tenemos que ir a casa de unos amigos, pero no queremos absolutamente llevar a Álvaro con nosostros. Decidimos hacerlo volver a su casa y él acepta, consciente de todo lo que hecho.

Sin embargo, mi familia y yo queremos vengarnos así que, una vez llegados al aeropuerto, cambiamos el billete de Álvaro con otro y, en lugar de hacerlo partir para América Latina, le damos un billete para Japón sin que él se dé cuenta...


¡Así aprende!

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